Esguinces, calles y libertad: ¿puede seguir siendo rebelde el skate a los 50?
El ‘skate’ se ha hecho adulto: de nacimiento pijo y adolescencia vandálica, ha pasado a ser un deporte olímpico y casi totalmente civilizado. ¿Puede recobrar el magullado encanto del principio?
En el principio fue el verbo. Y esos verbos fueron engorilarse (motivarse para patinar), planchar (aterrizar de forma sólida al hacer un truco) o decir que un bordillo tira (desliza). “El patín me ha cambiado la vida”, reconocen quienes llevan años practicando skate. Y puede hacerlo: rascazos, múltiples esguinces y roturas óseas dejan mella física y mental. Pero, a la vez, sobre un patín, cambia la ciudad. Los bancos ya no solo son para sentarse y las rampas se transforman en planos inclinados en los que hacer trucos —así se llaman— en equilibrio inestable. Hace 40 años que el skate estalló en España. El deporte mantiene su credibilidad adolescente, pero ha evolucionado y ya no es propiedad exclusiva de chavales de barrio bien. Incluso se ha hecho olímpico. Y, a pesar de todo, muchos de sus profesionales están de acuerdo en que no está en su momento de mayor popularidad. Este reportaje le toma el pulso a la escena.
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